Rechazo y resiliencia: lo que aprendí tocando puertas que no se abren
Querido amigo,
¿Alguna vez te ha pasado que has tocado una puerta y te la han aventado en la cara?
Bienvenido a un nuevo episodio de Hay Más, un espacio dedicado a explorar la salud mental y el bienestar desde la perspectiva de alguien que lucha contra este tipo de desafíos, un espacio en el que buscamos recordar que hay más que el dolor, el sufrimiento y la enfermedad. Hay más que este momento. Hay una vida plena que te espera.
Bueno, para comenzar, me disculpo porque yo sé que he estado bastante ausente. Por si estás aquí por primera vez, te cuento que he estado escribiendo mi primera novela desde mediados del 2023. Ya en abril de este año pude comenzar la edición final del manuscrito, la cual terminé a inicios de este mes de julio. Y la verdad es que ese proceso me consumió toda mi energía y no me quedaba nada para trabajar en el podcast.
Ahorita estoy ya en la fase de prelanzamiento del libro de aquí hasta su día de lanzamiento en Amazon el 14 de agosto. Esta etapa es muy diferente a la anterior. Involucra mucho más contacto con otras personas para tratar de darle visibilidad al libro. Y justo lo que he estado viviendo en estas últimas semanas me ha dado mucho en qué pensar. ¡Así que espero que esta reflexión te ayude, así como me está ayudando a mí!
Yo creo que hay una cosa con la que cualquier tipo de emprendedor se puede identificar, algo que nos une a todos, lo queramos o no. Y esto es el rechazo.
Sé que esto suena triste, oscuro, y desesperanzador, ¡y es que lo es! La experiencia del rechazo es algo muy difícil de sobrellevar, y es algo que definitivamente puede terminar por hacer desaparecer del todo nuestro emprendimiento si no podemos gestionarlo de forma constructiva.
Este rechazo es justamente lo que yo he estado experimentando en una buena parte de mis últimas semanas y no te voy a mentir: ha sido duro. Pero creo que estoy logrando verlo de una forma más luminosa.
No sé si sabés un poco de esto, pero cuando publicás un libro, normalmente hay dos grandes vías por las que podés irte. Esta la vía tradicional y la vía independiente conocida socialmente como “indie” también. En realidad, esto aplica para un montón de otras industrias como la música, los videojuegos o las películas. Hay opciones híbridas donde se combinan elementos de ambas vías, pero creo que lo más importantes es entender los dos grandes caminos.
En el mundo de los libros, la vía tradicional implica tener un manuscrito finalizado, después buscar un agente literario que es el que te va a representar y quien finalmente va a ser tu enlace con las editoriales. Estas son las empresas que se dedican a todo el proceso de seleccionar y publicar libros, incluyendo todos los gastos asociados como la publicidad inicial para el lanzamiento.
Entonces, esta cadenita implica tiempo, bastante tiempo, porque primero tenés que andar tocando puertas digitales enviando tu manuscrito a múltiples posibles agentes literarios. Lo normal es que hay que tocar muchas, muchísimas puertas hasta conseguir a alguien que quiera ser tu agente. Y después ese agente literario tiene que hacer lo mismo que vos acabas de hacer, solo que esta persona va a andar tocando puertas de editoriales para ver quién está interesado en publicar tu libro.
La ventaja de esto es que vos como autor no gastás más allá de lo que hayás gastado escribiendo tu libro, quizás compraste algún programa para facilitar la organización del material para un libro, o algo así. Pero todos los demás gastos como los de que gente con la educación y experiencia relevante te vaya revisando tu manuscrito y dando feedback, la revisión ortográfica y gramatical, el diseño del exterior e interior del libro, la impresión, la distribución, todos esos gastos los asume la editorial. Entonces ellos corren un gran riesgo al aceptar publicar un libro cuando es de un escritor que no es conocido aún. Por eso se involucran mucho más en los cambios que va atravesando el libro hasta llegar a su lanzamiento.
Hay muchas personas queriendo entrar a ser publicados por un editorial, y, por consiguiente, muchas personas buscando agentes literarios.
Todo esto hace que el tiempo que pasa desde que terminás tu manuscrito hasta que tu libro esté publicado pueda ser bastante largo, como mínimo y con mucha suerte, probablemente un año o dos.
Cuando yo me enteré de todo esto, yo de verdad me asusté porque pensé que yo de verdad no quería tener que esperarme tanto tiempo para que mi libro estuviera en las manos de sus lectores. Sentía que, para mí en particular, ese gran tiempo de espera iba a ser súper desmotivante. Además, no sentía que podía manejar tantos rechazos.
Entonces, amigo, yo me lancé al camino independiente. Esto quiere decir que yo soy la única responsable de todo lo que tenga que ver con mi libro. De mi bolsillo tiene que salir el contratar editores de diferentes tipos, diseñadores, mercadólogos, en fin, todo lo que necesite para que mi libro alcance el mejor estado que pueda y que logre tener la mayor exposición posible para poder así encontrar a sus lectores, a esas personas que de verdad se van a enamorar de la historia, los personajes, sus experiencias.
Y en un mundo ideal, yo tendría ese famoso “bolsillo” que te mencioné del cual debería de salir todo ese dinerito. Lamentablemente en mi mundo actual ese bolsillo ahorita está más vacío que a saber qué. Eso quiere decir que la parte que idealmente haría alguien con experiencia en marketing, la he estado haciendo yo.
¡Y la cosa ha estado complicada, amigo!
Desde pagar por anuncios en redes sociales que tienen muchísimos clics pero ninguna compra, o pagar, pero no tener prácticamente nada de clics, jajaja, hasta investigar a posibles influencers literarios y contactarlos uno por uno para que de cada 10 te conteste 1 quizás. Y encima ese uno, después de dos días sin dar señales de vida, te escriba para decirte que al final ahorita no va a poder trabajar contigo. ¡Ja!
Te digo que de verdad el trabajo de estar tocando puertas de por sí es cansado, y encima ver como puerta tras puerta ni te la abren o medio te la abren y después te la cierran es bien desgastante emocionalmente. Estás presentándole a alguien tu invento, tu creación, algo en lo que has trabajado mucho, que solo vos sabés cuánto te ha costado, y literalmente parece que para ellos ha sido como oír llover. Es como que estés hablando con una pared. Y qué mayor sensación de rechazo hay que hablar pero que resulte que el otro te puso en mute, ¡que te bajó el volumen desde el principio!
Duro, ¿verdad?
Yo de verdad me llegué a sentir agotadísima física y emocionalmente, y supe que tenía que darme un descanso de toda esa montaña rusa.
Y al parar pude ver más claramente la decepción y tristeza que se habían ido acumulando en mí. Me sentía extra deprimida, o sea más de lo normal. ¿Cómo se suponía que iba a encontrar el ánimo, las fuerzas, para poder volver a montarme a esa rueda y hacerlo todo otra vez? ¿Para seguir tocando puertas?
Y no sé cómo pasó, pero al mismo tiempo que sentía como que me acababan de pegar una patada en el estómago y me habían sacado todo el aire, roto una costilla como mínimo, la idea de no seguir peleando por mi creación encendió como una chispa, un fuego adentro de mí. Y supe que quería seguir buscándole una vida a mi invento. ¿Por qué? Porque yo sinceramente, intentando ser lo más objetiva que puedo conmigo misma, pienso que es un buen libro, que es una buena historia que además está escrita de una forma disfrutable y respetable. Si fuera escrito por alguien más, sería un libro que yo compraría y recomendaría. Creo que sería uno de mis libros favoritos de todos los tiempos en realidad.
Y ahí encontré la clave a este rompecabezas y rompe corazones que es la experiencia del rechazo a tu producto.
Imaginate que estás presentándole tu producto a alguien en una azotea de un edificio bien alto.
Te rechazan y el golpe es tan duro que casi te desmayás, te tropezás y te vas para atrás. Tu cuerpo pasa por encima del murito que está en toda la orilla de la azotea y va en picada directo hacia el piso.
Si no lográs hacer algo para amortiguar tu aterrizaje, las consecuencias van a ser gravísimas.
¿Qué hacés?
En medio de la crisis, tratá de hacer una pausa en tu mente. Pensá: ¿qué significa realmente que esta persona no haya estado interesada en mi producto?
Es que mi idea es pésima, ¿verdad? Soy una gran loser. Ha sido una estupidez pensar que en algún momento esta idea va a funcionar… Qué tonto soy…
Esos pensamientos, los mismos que hicieron que te desmayaras al momento de vivir ese rechazo, son los primeros que se van a venir a tu mente. ¡Pero esto puede ser una gran trampa!
¿Qué tal si estás a solo un rechazo más de encontrar esa oportunidad que tenga un impacto significativo en tu proyecto, que impulse a tu creación a llegar a los usuarios que la van a recibir con los brazos abiertos y la van a apreciar?
Si te permitís a ti mismo seguir en esa trayectoria de caída libre, puede ser que al tocar el piso, el aterrizaje forzoso deje tantas secuelas que no podás o querás levantarte a continuar con este proyecto.
Pero nunca te vas a dar cuenta de qué hay al otro lado de múltiples rechazos si no seguís.
Entonces tenés que parar esa caída libre.
Tratá de sacar tu mente de la trampa de esos pensamientos de derrota y recordá por qué empezaste en primer lugar. Conectate con tu idea, tu creación, tu proyecto. Miralo a la cara y recordá por qué te apasiona, por qué querés que otros lo conozcan y lo puedan experimentar, por qué pensaste que tu creación iba a ser una buena adición al mundo, tanto que hasta podrías decir que se ha ganado un espacio en el mundo. Conectá con todos estos por qués. Conectá con el valor que vos sabés que tu creación tiene. Y encontrá tu ancla ahí.
Cuando logrés recuperar esa claridad en tu mente, vas a ver como un paracaídas aparece en tu espalda. Lo abrís y sentís como la velocidad a la que ibas cayendo disminuye. Y aunque todavía vas dirigido al piso, ahora sí sabés que tu aterrizaje no va a destruirte ni a ti ni a tu proyecto.
Llegamos al final de este episodio, amigo, y quiero pedirte que, si este contenido te ha parecido valioso, si te ha ayudado a ti o a alguien más, que dejés un comentario, que sigás al podcast, y que dejés una reseña con las estrellitas que considerés adecuadas. También ayuda mucho si lo compartís con alguien a quien creás que puede ayudarle.
Además, te invito a conectarte conmigo en Instagram, YouTube o Facebook. Podés encontrar los enlaces en las notas del episodio y en los perfiles de cada cuenta.
Activá las notificaciones dándole clic a la campanita si querés enterarte inmediatamente cuando salga un nuevo episodio.
Todo esto te lo voy a agradecer muchísimo ya que así contribuís a la calidad del contenido del podcast y a que más personas puedan descubrirlo.
Y, por último, amigo, si te gustó este episodio, ¡apoyá al podcast invitándome a un café!
¡Gracias por estar aquí! Nos vemos en el próximo episodio. ¡Y ánimo! ¡Porque siempre hay más!
